Tengo la manía de escribir cuando estoy mal. "¿Solo escribes cuando estás mal?" Sí. Cuando estoy bien me apetece hacer otras cosas. Quizás sea malo. Quizás no debería escribir siempre cuando estoy deprimida. Quizás debería intentar ser más positiva. Pero siendo sinceros, la gente positiva no me gusta (es más, me da asco). Los veo como ingenuos. Ilusos. Sin embargo, me dan envidia. Ojalá yo también pudiera ser ingenua e ilusa para algunas cosas.
Tengo la manía de no confiar en nadie. ¿Eso qué es, malo o bueno? No sé, pero yo lo odio. Por una parte es bueno: te protege. Por otra parte es malo: tienes miedo de todo y de todos. Tienes miedo de querer a alguien y que luego se largue sin más. Ojalá no fuera así, pero es lo que la gente me ha enseñado: a desconfiar de ellos.
Tengo la manía de encerrarme en mí misma. De salir poco. De relacionarme poco. A veces me gusta y todo. Adoro aburrirme porque sé que significa que no tengo nada que hacer, y adoro quedarme en casa por la noche a no hacer nada en lugar de salir. Porque sí, porque no me siento cómoda con nadie. No me siento totalmente bien con nadie (y si lo hago es con una sola persona, ¿y dónde se ha visto a dos personas solas por ahí saliendo a hacer locuras? En ningún sitio).
Tengo la manía de escuchar música a todas horas y luego relacionarla con sitios y personas. Tengo la manía de echar de menos a gente que no se acuerda de mí y de necesitar a gente que no me necesita. La manía de querer a centímetros a personas que tengo a kilómetros. La manía de hacerme ilusiones tontas. La de montarme historias en mi cabeza que no pasarán jamás. La de cantar por la calle sin darme cuenta. La de imaginarme que duermo acompañada todas las noches.
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